Todo lo que necesitas saber del Paseo de la Reforma
29 marzo, 2019Los parques en la CDMX (mejores 20 parques)
10 mayo, 2019El Centro Histórico es el “corazón” a partir del cual creció y se transformó la Ciudad de México, en esta zona se encuentran monumentos arquitectónicos que han sido testigos de la evolución que ha tenido la capital, uno de los más importantes es, sin duda alguna, el Palacio Nacional.
Un gigante de piedra gris que convoca a miles de mexicanos para dar el “Grito”, que resguarda en su interior murales históricos y que además, ha recibido a mandatarios internacionales de gran importancia; por todo esto es que en este artículo hablaremos de este impresionante recinto.
La historia del Palacio Nacional mexicano
Como el “epicentro político de México”, así se conoce al Palacio Nacional, una construcción de 40 mil metros cuadrados que se ubica en la parte oriente de la Plaza de la Constitución, perteneciente al Centro Histórico de la Ciudad de México.
La historia de este emblemático recinto comenzó en 1522, cuando se comenzó a construir para que Hernán Cortés lo habitara como su segunda residencia privada, para ello, se ocupó parte del palacio de Moctezuma Xocoyotzin.
Son siete siglos de historia los que conserva este monumento, que se ha utilizado como “sede de poder” desde la época de los aztecas. Además, “es el escenario de los rituales, de las ceremonias patrióticas (…) contiene la historia de todos los momentos que México ha vivido”.
Así se describe al Palacio Nacional en un video hecho por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, en el cual dejan claro que:
“El Palacio concentra todas las funciones de Gobierno, con la Independencia ese papel va a quedar y durante todo el siglo XIX se está ejerciendo el gobierno de la República desde Palacio. Después de la Revolución se emprende una gran transformación para hacerlo crecer y que tenga mayor presencia”.
Esa presencia comenzó a tener importancia con el paso de los años, a través de los cuales este palacio ha tenido momentos claves, como en 1562, cuando se vendió a la Corona española para que fuera ocupado como oficinas administrativas del Virreinato.
En dicho año comenzó una etapa decisiva para la historia de México, que se quedó grabada tanto en el rumbo político que tomó el país, como en los muros del palacio que da vida al Zócalo capitalino.
Las casas nuevas de Moctezuma
Para que la construcción del Palacio Nacional se llevara a cabo, los conquistadores que llegaron a la Gran Tenochtitlán decidieron derribar el Palacio de Moctezuma Xocoyotzin, el cual forma parte de todo un mundo prehispánico enterrado bajo los actuales edificios del Centro Histórico.
Tal es el caso de las Casas Nuevas de Moctezuma, es decir, cinco palacios intercomunicados que los arqueólogos descubrieron debajo de los cimientos de lo que actualmente es el Museo Nacional de las Culturas (calle Moneda #13).
“Basados en documentos históricos del siglo XVI, llegamos a la conclusión de que las paredes y los cimientos prehispánicos que encontramos forman parte del conjunto habitacional conocido como las Casas Nuevas de Moctezuma”, explicó en su momento la investigadora del INAH, Elsa Hernández Pons.
Estas “nuevas casas” se denominaron así para que los investigadores pudieran diferenciarlas de las casas que pertenecían a los antepasados de Moctezuma. En ellas había una oficina del emperador, los recintos de sus esposas y hasta un zoológico.
El emperador Moctezuma -de acuerdo con información de la revista Proceso- recibió a Hernán Cortés el 8 de noviembre de 1519 y a partir de ese momento, se inició otra etapa en la historia del Palacio Nacional.
Las casas nuevas de Cortés
Cuando Hernán Cortés llegó a la Gran Tenochtitlán, Moctezuma designó al Palacio de Axayácatl como el sitio donde el conquistador se hospedaría, una construcción que estaba ubicada en lo que hoy es el Monte de Piedad.
Durante el siglo XVI este palacio se conoció como las “casas de Hernán Cortés”, porque ocupaba cuatro cuadras y la fachada era justamente la del Monte de Piedad, una construcción de gran tamaño que necesitaba mucho tiempo y dinero para su mantenimiento.
Por eso, los descendientes del conquistador fraccionaron el palacio y decidieron venderlo en partes. Cabe destacar que el Palacio de Axayácatl se llamaba así en honor al padre de Moctezuma, el emperador mexica que murió justo en ese mismo lugar a manos de los españoles.
Palacio Virreinal
Con la caída del imperio mexica, no sólo el Palacio de Axayácatl cambió totalmente, también las nuevas casas de Moctezuma se destruyeron para construir arriba de ellas el Palacio Nacional, que en 1562 se convirtió en un Palacio Virreinal.
En este recinto, que también se conoció como la “Casa Real de los Virreyes”, se llevaban a cabo reuniones políticas entre la clase dominante, además se celebraban banquetes entre la aristocracia y se ofrecían funciones de teatro para las personas de la clase alta.
Los virreyes y las autoridades católicas de aquella época despachaban asuntos importantes desde este lugar, en el que vivieron personajes como Luis de Velasco (creador de la Alameda Central) y Juan O’Donojú, el último virrey y quien además, se unió a la lucha por la independencia de México.
El Palacio Virreinal era símbolo de lujo y majestuosidad, pero también tuvo episodios trágicos como el ocurrido en 1692, cuando los indígenas incendiaron el Balcón de la Virreina y el edificio quedó casi destruido.
Palacio Imperial
Un edificio de la importancia que tiene el Palacio Nacional no podía dejarse en la destrucción, así que después de pasar por un proceso de recuperación, lo alcanzó otro hecho histórico: el establecimiento del primer Imperio Mexicano, en 1821, a cargo de Agustín de Iturbide.
Con la llegada de Iturbide este recinto se convirtió en el Palacio Imperial, el cual dejó de ser tan majestuoso como en la época virreinal debido a que la lucha por la independencia había dejado inestabilidad económica y por lo tanto, no se pudo hacer mucho por el edificio.
Entre los cambios que se le hicieron al palacio destaca únicamente la modificación de la fachada, que se pintó con un diseño de almohadillados, además de la colocación de adoquines en las garitas laterales que tienen las puertas del recinto.
Posteriormente, en 1824 se firmó la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos y se decretó que todos los sitios que se hubieran designado como “imperiales”, cambiaran sus nombres por “nacionales”. Desde entonces, el Palacio Nacional ha conservado el nombre con el que actualmente se le conoce.
El balcón de Palacio Nacional
“El teatro de los grandes rituales nacionales”, como llama la historiadora Carmen Saucedo al Palacio Nacional, es un edificio que tiene una característica muy popular entre los mexicanos, se trata del balcón desde el cual, el presidente en turno se encarga de encabezar “el Grito de Independencia”.
Este balcón (que también se conoce como balcón de la virreina), se construyó en 1641 por órdenes del virrey Diego López. Se encuentra en el lado norte de la fachada, destaca su estilo morisco con estructura volada y tejas de lámina con celosías.
Así como otros espacios del Palacio Nacional, este balcón ha sido testigo de reuniones entre importantes políticos y cada año, en septiembre, se llena del eco que produce una campana histórica, la cual marca el ritmo del grito que miles de mexicanos entonan en la Plaza de la Constitución.
Campana de Dolores
La campana de Dolores se fabricó en 1768 utilizando bronce, plata y estaño; fue llevada al pueblo de Dolores Hidalgo (Guanajuato), donde el cura Miguel Hidalgo la utilizó la mañana del 16 de septiembre de 1810 para llamar a la población a que se uniera a la lucha contra el imperio español.
En 1896 la campana se trasladó de Guanajuato a la capital del país y se colocó arriba del Balcón Presidencial, para que el 15 de septiembre de cada año, el presidente en turno la haga sonar, como lo hiciera hace muchos años el cura Hidalgo.
Murales del Palacio Nacional
Otro símbolo que sin duda caracteriza al Palacio Nacional son los murales que pintó en sus paredes el artista mexicano Diego Rivera, después de que José Vasconcelos le encargara este importante trabajo.
Ubicados en el patio central del Palacio, los murales llevan por nombre “Epopeya del pueblo Mexicano” y miden 276 metros cuadrados a lo largo de los cuales, Rivera plasmó diferentes momentos de la historia de México.
Entre los elementos más destacados de los murales podemos mencionar a la cultura tolteca, la época prehispánica, el mercado de Tlatelolco y las ideas socialistas representadas por los obreros que Diego Rivera pintó. Se trató de un trabajo muy arduo que le tomó 22 años de su vida.
Visitas a Palacio Nacional y horarios
Ahora bien, después de haber conocido toda esta historia es posible que te preguntes, ¿se puede visitar el Palacio Nacional?
La respuesta es sí, las personas pueden visitar este recinto histórico para conocer espacios famosos como los murales, la Fuente Pegaso, los patios Marianos y el Jardín de la Emperatriz.
El Palacio Nacional está abierto de martes a domingo, hay áreas específicas que pueden recorrer los visitantes, lo mejor es que la entrada es gratuita e incluso se permiten las visitas guiadas a grupos escolares, pero éstas deben de solicitarse con empresas especiales, como México a través de Palacio Nacional.
Para la conservadora de este recinto, Lilia Rivero, “nunca hemos dejado de crear historia en este espacio”, porque el Palacio esconde en sus entrañas la vida de otros tiempos y al mismo tiempo, es testigo todos los días de la vida actual.